El renacimiento es en realidad una derivación lógica de las ideas y modos del hombre y la sociedad de la edad media. Son muchos los elementos que encontramos a caballo entre los dos periodos. Ejemplo claro para algunos sería la figura de Petrarca, o por poner un ejemplo quizá menos señalado, pero no por ello menos ejemplarizante, la polifonía musical típica del renacimiento es sólo un paso más en las líneas de desarrollo musical planteadas durante el gótico. Para autores como Mousnier, el renacimiento es “una prodigiosa expansión de la vida en todas sus formas que, en conjunto, alcanzó sus más altas manifestaciones de 1490 a 1560”. Pero un detalle de la interpretación de Mousnier no se nos puede pasar por alto, cuando Mousnier habla de vida se refiere a la vida del hombre, hombre que durante el renacimiento se convierte de nuevo en centro de todas las cosa, en minucioso objeto de estudio y de construcción. Erasmo tiene una obra titulada elogio a la locura, y el mismo espíritu de la obra nos revela alguna característica sobre el hombre renacentista. Durante la edad media, la locura habría sido despachada como simple voluntad de dios, cuando no, justo castigo divino. Pero el hombre renacentista, con su nueva visión critica basada en la razón, la convierte en objeto de análisis. Pero hay algo que llama poderosamente la atención, el renacimiento es una época de enorme explosión vital y humana, justo en un momento en el que los humanos, sobre todo en Italia, se empeñaban en matarse, un periodo caracterizado por el hambre, la peste y los conflictos bélicos y sociales. Como dice Orson Wells en la película El tercer Hombre, “En Italia, en treinta años de dominación de los Borgia, no hubo más que terror, guerras, matanzas... pero surgieron Miguel Ángel, Leonardo Da Vinci y el Renacimiento. En Suiza por el contrario tuvieron quinientos años de amor, democracia y paz. ¿Y cúal fué el resultado? El reloj de cuco”. Más allá de lo extremadamente belicista del comentario, lo cierto es que nos da pistas para algo. En Italia lucharon españoles, franceses, alemanes, etcétera. Todos y cada uno de ellos quedaron impresionados por lo que allí vieron y de vuelta lo difundieron por sus países. Aunque el debate sigue vivo. ¿Se difundió, el renacimiento desde Italia hasta el resto de Europa? O ¿nació de forma simultánea en varios lugares al mismo tiempo?
Otro elemento clave sería el nacimiento de un incipiente capitalismo que generó una burguesía que intentará reflejar su poder en las obras de arte y la ostentación. Nacía entonces la institución del mecenazgo, tan importante para el desarrollo del arte renacentista. Es este deseo de ostentación lo que lleva a uno de los grandes poderes medievales a construir una obra faraónica, me refiero a la iglesia y a la construcción del Vaticano. Para hacer posible este enorme proyecto la iglesia se dedicó a vender indulgencias, es decir, por un módico precio los años en el purgatorio se reducían de forma directamente proporcional a la cantidad aportada. A un humilde moje alemán de nombre Lutero aquello no le pareció del todo bien, así que se puso manos a la obra y tomo como objetivo la reforma de la iglesia. Si hubiera nacido durante la edad media es probable que Lutero no apareciera en los libros de historia. Sin embargo, a los príncipes alemanes les pareció la mejor manera de conseguir mayor autonomía política. No es extraño si recordamos que estamos en el periodo en el que nacen los estados nación. Lutero no fue el único reformador, le siguieron otros que en muchos casos, lo que hacían era enseñar en sus modelos religiosos una forma de abordar cuestiones políticas. Lo que si que fue común a todos fue el uso que hicieron de la imprenta. Eso les permitió una enorme difusión de sus ideas además como hizo Lutero, se molestaron en traducir la Biblia a las lenguas vulgares, poniendo las bases del desarrollo filológico de dichas lenguas, tal es el caso concreto de Lutero y el alemán.
Otro elemento clave sería el nacimiento de un incipiente capitalismo que generó una burguesía que intentará reflejar su poder en las obras de arte y la ostentación. Nacía entonces la institución del mecenazgo, tan importante para el desarrollo del arte renacentista. Es este deseo de ostentación lo que lleva a uno de los grandes poderes medievales a construir una obra faraónica, me refiero a la iglesia y a la construcción del Vaticano. Para hacer posible este enorme proyecto la iglesia se dedicó a vender indulgencias, es decir, por un módico precio los años en el purgatorio se reducían de forma directamente proporcional a la cantidad aportada. A un humilde moje alemán de nombre Lutero aquello no le pareció del todo bien, así que se puso manos a la obra y tomo como objetivo la reforma de la iglesia. Si hubiera nacido durante la edad media es probable que Lutero no apareciera en los libros de historia. Sin embargo, a los príncipes alemanes les pareció la mejor manera de conseguir mayor autonomía política. No es extraño si recordamos que estamos en el periodo en el que nacen los estados nación. Lutero no fue el único reformador, le siguieron otros que en muchos casos, lo que hacían era enseñar en sus modelos religiosos una forma de abordar cuestiones políticas. Lo que si que fue común a todos fue el uso que hicieron de la imprenta. Eso les permitió una enorme difusión de sus ideas además como hizo Lutero, se molestaron en traducir la Biblia a las lenguas vulgares, poniendo las bases del desarrollo filológico de dichas lenguas, tal es el caso concreto de Lutero y el alemán.
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